El fin de la mágia
Capítulo 1.El
gran Merlin
El
poderoso mago estaba arrodillado sobre la tierra sagrada. Estaba
completamente desnudo y cualquier observador imparcial que hubiera
por allí se escandalizaría al ver a un hombre aún joven, de largo
pelo negro e imberbe, ancho torso y poderosos brazos, piernas
musculosas y largas, que lo dotaban de una nada desdeñable altura de
1,90, altísimo para esa époco y que estaba vestido tal y como había
venido al mundo. Pero allí no había nadie salvo los espíritus y su
mágia. Sus ojos estaban cerrados y parecía como si estuviera
rezando pues de su boca salían palabras aunque no eran en latín ni
mucho menos eran plegarias al Dios cristiano. Estaba orando en un
idioma antiguo, tan antiguo como el mundo y más poderoso que éste,
un idioma que solo los grandes magos conocen. Trataba de invocar a
las fuerzas de la Naturaleza, a los Elementos, para que estos le
otorgasen su poder. Porque aunque grande era su poder y mayor era su
deseo de acabar con ese infierno, necesitaba ayuda para lo que se
proponía realizar:: iba a arrebatar a la insensata Humanidad lo que
ésta más anhelaba, iba a acabar con la magia del mundo para
siempre.
La
empresa era colosal y auque era el más grande mago de todos los
tiempos, era consciente que su poder únicamente no bastaba para
llevarlo a cabo. Necesitaba un círculo de
poder y no uno cualquiera sino el mayor de todos, el monumento por
excelencia a la mágia, el lugar sagrado donde reposaban los huesos
de los más grandes magos desde tiempos inmemoriales. Su poder aun
reside allí, latente, esperando que un hechicero poderoso haga buen
uso de él. Y eso es lo que Merlín se disponía a hacer, librar al
mundo del yugo de los magos de una vez por todas.
Sí,
librar al mundo de la peste de los magos, los todopoderosos
hechiceros que habían hecho más mal que bien. Cierto que hubo una
época en que el joven e idealista Merlín no pensaba así. En su
juventud, un joven aprendiz de mago soñó con ser el más grande y
poderoso y ese anhelo nacía de su amor por la magía y la tremenda
admiración que sentia por esos seres poderosos que la dominaban. Su
ingenuidad era tan grande que pensaba que los hechiceros eran unos
seres buenos y nobles, altruistas y cultos, dedicados por entero al
estudio de la mágia y que, en sus ratos libres se dedicaban a hacer
buenas obras para beneficio de la humanidad.
Que
idiota fué. En cuanto acabó su aprendizaje y se convirtió en mago
por derecho propio, pudo adentrarse en la comunidad mágica y se dió
cuenta que estos seres no eran mejores ni peores que el resto de los
humanos. Vió que tenían los mismos sentimientos, ambiciones,
anhelos, odios y miedo que el resto; pero su tremendo poder los hacía
peligrosos y más cuando no lo usaban para el bien.
Efectivamente
muchos magos vendian sus servicios al mejor postor, ya fuera por
ansias de dinero o de poder, generalmente ricos señores que los
usaban como armas para sus guerras particulares. Todo Rey, conde o
marqués que se precie tenía un mago o más a su servicio y el
número y poder de sus magos equivalía a tener más poder y
capacidad de matar en el campo de batalla.
Grandes
guerras se desataron,no siempre por culpa de los magos aunque su
intervención convirtiese las contiendas en autenticas carnicerías.
El poder de un mago no demasiado poderoso era suficiente para acabar
con 100 soldados y lo malo de los magos mediocres es que se ensañaban
con sus victimas, ya que su maldad y codicia era inversamente
proporcional a su poder. Así, grandes bestias mágicas eran
invocadas durante el ardor de la batalla por esos insensatos,
animales poderosos como dragones, grifos, arpías o mantícoras,
furiosos por haber sido arrancados de su mundo y traidos a la Tierra
a la fuerza, se dedicaban a desatar el caos entre los ejercitos,
despedazando, mutilando, pinchando, comiendo y abrasando a todo ser
vivo. Eran autenticas carnicerías. Eso aderezado con los conjuros
destructivos que lanzaban los magos...la verdad es que no se
necesitaba ser demasiado poderoso para hacer un gran mal. Y la
provisión de esos magos era inagotable...
Pero
si malo era cuando uno de los bandos luchaba con mágia, peor era
cuando ambos bandos contaban con ella. Las luchas entre bestias
contra bestias, magos contra magos y soldados era mucho peor, más
encarnizada aún.
Merlín
empezó a recordar con escalofríos la primera vez que vió una de
semejantes batallas, impresa para la eternidad en sus retinas....
Hola!! Somos de asociación blogger, espero nos estemos leyendo!
ResponderEliminarMe quedaré a ver un poquito de lo que trata tu blog
Un beso!
Hola, también formo parte de asociación para bloggers, me encanto el blog y ya te sigo. Nos leemos luego :)
ResponderEliminarSaludos :*
hola soy de la asociacion y quiero saber que pasa en la historia me encantaaa......
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